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DESAMPARADOS. Unos 80.000 menores rumanos viven sin sus progenitores. / ROBERT GHEMENT. EPA
Los huérfanos de la emigración
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Los huérfanos de la emigración

Miles de niños de Europa del Este se quedan solos cuando sus progenitores buscan una vida mejor en los países más ricos de la UE

PACO SOTO

Lunes, 29 de septiembre 2008, 03:24

La emigración masiva de trabajadores de la antigua Europa socialista a la parte occidental de la UE ha tenido efectos positivos para muchos de estos países, pero también consecuencias sociales dramáticas. Decenas de miles de niños rumanos, polacos y búlgaros se han quedado sin sus padres en sus países de origen. Están a cargo de abuelos, tíos u otros familiares, amigos o autoridades locales, porque sus progenitores no se los han podido llevar consigo. Algunos menores llevan años en esta situación, lo que les provoca graves problemas psicológicos.

Rumanía es el país de la UE donde el problema es más serio. Dos millones de rumanos han emigrado en los últimos años, fundamentalmente a España e Italia. No todos han podido trasladar a sus pequeños. «El fenómeno se ha acrecentado desde que Rumanía entró en la UE porque existe libre circulación de personas a través de las fronteras. Los padres hacen el sacrificio de dejar a sus hijos en Rumanía y de emigrar porque quieren darles un mejor futuro», explica Mariela Neagu, responsable de una institución que se encarga de la protección de menores.

En muchas escuelas de Rumanía, sobre todo en el norte y este del país, la mitad de los alumnos tienen a sus padres trabajando en el extranjero. Según datos oficiales, unos 80.000 niños y adolescentes rumanos soportan esta situación. «Muchos creen que sus padres van a volver pronto. Pero no es así. En el mejor de los casos volverán de vacaciones», señala el trabajador social Nicolae Bogdan. Los más desafortunados acaban en orfelinatos, que en Rumanía no son precisamente lugares plácidos.

Los niños de la calle son la cara más amarga de esta trágica situación, sobre todo en Bucarest, donde es frecuente ver en cruces, plazas y estaciones a grupos de chicos y chicas entre 10 y 14 años, desarrapados y drogados, mendigando, vendiendo chucherías o robando para sobrevivir o comprarse el pegamento que les permitirá olvidar su mísera existencia.

Algunos se suicidan

Moldavia es la región más atrasada de Rumanía. Situada al este del país, este territorio cuenta también con el mayor número de niños separados de sus padres. El 27 de marzo de 2006, en el pueblo de Ciortesti, se suicidó un pequeño, Razvan, cuya madre se encontraba trabajando en Italia. El suceso en este poblacho enclavado en una región paupérrima, donde el sueldo medio es de unos 100 euros al mes, hizo saltar la alarma.

El caso de Razvan no era excepcional. La emigración, cuyas protagonistas son en muchos casos madres de familia, ha dejado desamparados a miles de niños. Según la Agencia Nacional de Protección de la Infancia, los menores de edad privados de sus madres o de ambos progenitores sufren problemas psicológicos y manifiestan agresividad y ansiedad. En la provincia de Lasi, a la que pertenece Ciortesti, hay 10.000 menores en esta situación. Diversos estudios han detectado que el índice de suicidios entre los menores separados de sus padres en esta provincia es superior a la media del país.

La Administración, que ha pedido ayuda a países como España e Italia, hace esfuerzos por mejorar la atención a la infancia, pero las asociaciones que trabajan sobre el terreno aseguran que la burocracia, la falta de recursos y la corrupción son males endémicos que azotan con crueldad a los niños y adolescentes más desamparados.

La situación de los menores separados de sus padres emigrantes en Polonia, aunque no es tan conocida como en Rumanía, no deja de ser grave. Según el diario 'Polska', este problema afecta a unas 110.000 familias en todo el país, especialmente en las regiones del noreste y el este. Pero incluso una región relativamente próspera como Mazowieckie, donde está situada Varsovia, se ve afectada por este problema.

Graves consecuencias

Un estudio del Ministerio de Educación sobre 300 centros escolares de este territorio revela que unos 2.000 menores de edad viven sin sus padres porque estos han emigrado. Otros trabajos confirman que muchos de estos críos sufren problemas de agresividad, alcoholismo y falta de adaptación social. La emigración masiva ha provocado también un aumento de los conflictos familiares y los divorcios. 500.000 parejas polacas viven separadas porque uno de los cónyuges trabaja en el extranjero, y en 2007 se registraron 100.000 divorcios achacables a este fenómeno. Según la Asociación de los Derechos de los Padres y de los Niños, la emigración y sus repercusiones familiares han dejado a 140.000 menores en manos de instituciones sociales del Estado polaco, llamadas «orfelinatos de emigración».

El drama de los niños alejados de sus padres forma parte asimismo de la realidad social de Bulgaria, que también se enfrenta a otras lacras, como la explotación sexual, los malos tratos y el abandono de menores. El 30% de los que viven en instituciones sociales del Estado no tiene ninguna relación con sus familias.

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