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ANTONIO JAVIER LÓPEZ
Lunes, 29 de septiembre 2008, 03:24
Cuando Francisco Macías tenía 14 años, se pasaba el día metido en una tienda de discos. Ahora también. Una devoción que ha convertido en una forma de ganarse la vida. Francisco lleva seis años detrás del mostrador de Discos Pat, una pequeña tienda frente al mercado de Atarazanas especializada en música rock y heavy. «Ya casi no entran chavales. Ves pasar a un grupo de adolescentes con camisetas 'heavies' y ni quiera miran el escaparate. Es increíble», se lamenta este apasionado del rock sinfónico y progresivo.
Discos Pat pertenece a una especie en peligro de extinción: los pequeños establecimientos especializados en vender música. En Málaga sólo quedan tres: Pat, Candilejas y Cincoechegaray. Unos gramos de piratería, cucharadas de descargas ilegales, una pizca de ventas en Internet y, ahora, un buen puñado de crisis económica. Una receta de regusto amargo, como una canción triste sin demasiada esperanza.
También los grandes
Aunque para algunos ya es demasiado tarde. Incluso para los grandes del sector. Hasta la fecha, la debacle parecía limitar su amenaza a los locales modestos, negocios familiares sin demasiadas pretensiones más allá del amor por la música de sus propietarios. En ese modelo pueden encajar referencias desaparecidas como Electro Radio y Ruiz Cueto. Pero el asunto se agrava. Este verano cerraba el local de Discos Tipo en la plaza Uncibay. La cosa cambia. El mal toca a una cadena que llegó a tener 75 puntos de venta en todo el territorio nacional, ahora reducidos a un tercio de esa cifra.
Los portavoces de Discos Tipo enumeran las consabidas razones del cierre de la tienda malagueña: «La piratería, las descargas de Internet y la crisis de consumo del último año».
Una combinación que se repite en todos los establecimientos del ramo. Desde Discos Pat, Francisco Macías lo tiene claro: «Esto ya no es un negocio». Entonces, ¿por qué siguen abiertos locales como Discos Pat? Él mismo responde: «Por nostalgia y por amor a la música. Es un sentimiento casi romántico. Somos gente que nos agarramos a esta forma de vida. Desde hace tiempo, los clientes se han convertido en coleccionistas».
Ahí reside una de las claves de la supervivencia de estos locales. Su capacidad para tener -o encontrar- una 'delicatessen' musical sólo al alcance de unos pocos entendidos en la materia. Además, como Francisco reconoce: «Aquí hace tiempo que no pedimos ganar demasiado».
Sin miedo a Fnac
Por eso, en estos pequeños negocios no parecen demasiado asustados con la llegada a la ciudad de uno de los gigantes mundiales de la distribución de bienes culturales: Fnac. Además, los curiosos caminos del destino han querido que la multinacional gala ocupe ahora el mismo espacio que vio el cierre de una tienda de Virgin, primero, y de otra de Discos Gong, después.
Ahora parece la batalla de David contra la Fnac. O quizá no. Los pequeños juegan las cartas de la especialización y el trato personalizado. Ambos rasgos aparecen en la tarjeta de visita de Cincoechegaray, un oasis a punto de cumplir dos años.
Su juventud contrasta con la larga trayectoria de Candilejas y Pat, ambas con tres décadas a sus espaldas. Pero Nuria Jiménez y Jorge Samos no se achantaron. «Todo el mundo nos anunciaba la ruina cuando decíamos que íbamos a abrir Cincoechegaray, un local mitad librería mitad tienda de discos, pero aquí estamos, sobreviviendo... y con mucha ilusión». Quizá ahí esté la clave.
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