Los últimos tiroteos en las calles de Málaga suman ya ocho detenidos

La Palmilla vivió ayer el primer día de calma tensa tras la oleada de tiroteos en sus calles. Las detenciones de ocho personas supuestamente relacionadas con algunos de estos sucesos, el fuerte despliegue policial en la zona y la labor de intermediación de los agentes parecen haber devuelto las aguas a su cauce. Al menos, de momento.

Los últimos arrestos se produjeron ayer mismo. A primera hora de la mañana, una legión de policías, unos uniformados y otros de paisano, procedió a la detención de cinco miembros de un clan familiar -padre e hijo y tres primos de éstos, de edades comprendidas entre 25 y 50 años- por su presunta relación con uno de los tiroteos, que sucedió el martes a mediodía en este barrio.

Este suceso ocurrió ayer cerca de una casa a la altura del número 27 de la calle Cabriel. Aunque los agentes inspeccionaron el lugar y no hallaron proyectil, casquillo o vestigio alguno que confirmara el hecho, recogieron testimonios que indicaban que se habían producido amenazas de muerte con disparos intimidatorios en los alrededores.

Con estos, ya son siete los arrestados por las refriegas con armas de fuego en La Palmilla. En uno de estos episodios resultó herido un hombre de nacionalidad nigeriana, que recibió un disparo en el omoplato. La policía informó ayer de que, según las investigaciones, los autores lo confundieron con un miembro de un clan rival.

Por este tiroteo, el único con heridos, han sido detenidas dos personas, un malagueño de 36 años, que ha quedado en libertad, y un alicantino de 40. A este último, los investigadores lo consideran el presunto autor de los disparos que alcanzaron al nigeriano. Hoy se prevé que pase a disposición judicial.

En total, la policía ha registrado cinco tiroteos en el barrio desde el pasado jueves por la noche, todos, según la investigación, enmarcados en una lucha entre dos clanes rivales que mantienen un enconado enfrentamiento por un asunto familiar.

'Guerra abierta'

El primero de estos sucesos ocurrió a las 00.30 horas del viernes. Varios vecinos escucharon cuatro o cinco disparos en la zona de Arroyo de la Palma. Los agentes que se desplazaron al lugar de los hechos encontraron un casquillo incrustado en la fachada de un edificio. La guerra entre clanes no había hecho más que empezar.

El siguiente episodio sucedió a las 21.30 horas del viernes en la plaza de los Verdiales. El sonido de los disparos rompió la tranquilidad del barrio, aunque, en este caso, los agentes no hallaron evidencia de casquillos. A este suceso le siguió el del sábado, en el que resultó herido el joven nigeriano que recibió un balazo en la calle Pablo Casal.

El ambiente en el barrio empezó a caldearse. El martes, hubo otros dos tiroteos, uno a las dos de la tarde en la calle Cabriel -que se ha saldado con cinco detenidos- y otro a las siete y media en la calle Francisco Cárter. Aunque tampoco encontraron las vainas, los agentes que vigilaban el barrio pudieron oír los disparos con nitidez.

Este último tiroteo coincidió en el tiempo con otra reyerta con armas de fuego, sin heridos, que tuvo lugar en la calle Séneca, en la zona de Eugenio Gross, donde se produjeron al menos dos disparos en un garaje. Tras una batida por la zona, la policía logró detener a un ciudadano natural de Liberia como presunto autor de los tiros.

En declaraciones a SUR, el subdelegado del Gobierno, Hilario López Luna, hizo ayer un llamamiento a la calma, al considerar que se trata de «hechos aislados». También quiso felicitar a la policía por la forma en que ha llevado el asunto. No sólo han conseguido detener a los implicados, sino que además «se han reunido con los distintos clanes y han mediado entre las familias para resolver el conflicto», apuntó.