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ÁNGEL ESCALERA
Martes, 9 de septiembre 2008, 14:44
La Patrona de Málaga recibió ayer la veneración de sus fieles. El día grande de la Virgen de la Victoria fue un éxito. Tanto por la mañana, en los actos celebrados en la Catedral, como por la tarde en la procesión de regreso hasta su basílica, hubo una destacada presencia de malagueños que no quisieron faltar a la cita con su Patrona. «Estamos muy contentos por cómo se está desarrollando todo», afirmó el hermano mayor de la Real Hermandad de Santa María de la Victoria, Francisco Toledo, que vivió su primer día de la Virgen de la Victoria en ese cargo, ya que ocupa el puesto desde hace siete meses. «Ahora mi principal objetivo es conseguir una casa hermandad para la Patrona», dijo.
Una representación del Ayuntamiento de Málaga, encabezada por alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre, fue recibida por el obispo de la diócesis, Antonio Dorado Soto, en la puerta de la Catedral. De la Torre hizo la tradicional ofrenda de una canastilla de azucenas victorianas.
Palabras del obispo
La misa pontifical fue presidida por monseñor Dorado Soto, que continúa esperando ser relevado al frente del Obispado malagueño una vez que en junio de 2006 cumplió los 75 años, edad reglamentaria de jubilación de los prelados. El obispo tuvo palabras de aliento para los más desfavorecidos de la sociedad: los parados, los inmigrantes, los enfermos, los ancianos y los pobres. Dorado Soto subrayó que en tiempos difíciles para la Iglesia, como los actuales, hay que esforzarse para dar el mejor ejemplo posible.
La misa finalizó a las 12.30 horas. Seguidamente, y bajo la organización de la Asociación pro Tradiciones Malagueñas La Coracha, se celebró en los jardines del Sagrario una ofrenda floral a una réplica de la Virgen de la Victoria, obra del escultor Suso de Marcos. El acto se inició con la interpretación del himno de Andalucía. Hubo bailes y cantes por malagueñas.
A las siete y media de la tarde se puso en marcha la comitiva procesional desde el interior del primer templo de la ciudad. El momento más esperado se produjo a las ocho de la tarde. En ese instante la Patrona salió al Patio de los Naranjos. Una petalada recibió a la imagen, mientras que la banda de música de la Expiración interpretaba el himno nacional.
La Virgen fue sobre un trono aligerado de peso, cuyo cajillo lució plateado. Los varales se estrenaron y los cabezas de varal salieron restaurados y plateados. La Virgen de la Victoria llevó en su mano izquierda un ramillete de flores de orfebrería, una pieza del siglo XIX. El trono lució un exorno floral de nardos, azucenas, rosas, claveles y gladiolos blancos.
En la cabeza del cortejo fueron cuatro policías locales a caballo. Los equinos llevaban herraduras de plástico para no resbalarse, realizadas por la empresa andaluza Lujo Herraduras. Detrás iba la banda de cornetas y tambores de Bomberos, que precedía a la representación de las cofradías de glorias y pasión con sus guiones. Las hermandades de la Pasión, Penas, Expiración y Calvario lo portaron al hombro en vez de presentado. Salesianos, Fusionadas y Viñeros lo llevaron de las dos formas, según qué hermano lo sostuviese. Tras las cofradías figuró la Banda Municipal de Málaga.
En la comitiva estuvieron representados distintos colectivos, como el Colegio de Médicos, la Agrupación de Cofradías, las fuerzas armadas, la Universidad, con la rectora al frente, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Málaga, encabezado por el alcalde. El pendón lo portó el concejal Manuel Díaz. La presidencia religiosa la ostentó el obispo Dorado Soto. Numerosos fieles fueron detrás del trono de la Patrona camino de su basílica-santuario.
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