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TEXTO: AMANDA SALAZAR
Sábado, 26 de abril 2008, 03:45
HAN asistido a las clases de catequesis como sus compañeros, se conocen al dedillo los evangelios y ya tienen preparados sus trajes para la primera comunión. Pero muchos chavales malagueños no podrán comulgar ese día como todos los demás. Los padres de niños celíacos, con intolerancia al gluten, denuncian que sus hijos no pueden hacer la comunión con hostias alternativas a las de trigo. La postura de la Iglesia católica es muy clara al respecto. Sólo representa el cuerpo de Cristo la hostia de trigo. Así lo especificó Benedicto XVI en 1995 cuando todavía era Joseph Ratzinger: el pan de la sagrada forma de Dios sólo era válido si estaba amasado con trigo, por poca cantidad que contenga. Pero trigo, al fin y al cabo.
El problema es que para los celíacos cualquier cantidad de gluten es como un veneno. La opción que dan desde el Obispado de Málaga es que comulguen con vino. «Se puede comulgar de tres formas: con las dos especies, es decir, pan y vino, o sólo con una de ellas, ya sea pan o vino», explica José León, párroco de Nuestra Señora del Pilar y delegado diocesano de Liturgia.
Para los celíacos está mandado incluso que haya un cáliz aparte para que no se parta el sagrado cuerpo sobre él y tampoco se vean afectados. «Muchas familias nos dicen que esta medida es discriminatoria, pero no lo es; no se margina al niño celíaco ni se le impide hacer la comunión, pero no se puede simular un sacramento, y comulgar con una oblea de maíz o arroz lo es», sentencia José León, quien añade que los niños no dan tanta importancia a este tema y que son los padres los que complican la situación.
Medida discriminatoria
Desde la Asociación de Celíacos de Andalucía, con sede en Málaga, su presidenta Yolanda Galarraga, sí cree que esta medida es discriminatoria. «Los niños se sienten diferentes también ese día», asegura. Pero no sólo es un problema en la primera comunión. En España hay más de 10.000 personas con celiaquía. Muchos adultos que padecen esta enfermedad y acuden a misa cada domingo tienen que asumir que no pueden comulgar con la hostia de trigo. «Es más, un celíaco nunca podría ser cura», afirma Galarraga, quien añade que muchos párrocos comprenden su situación.
Es más, en muchas iglesias los párrocos hacen la vista gorda y consienten que los niños comulguen con obleas de arroz o maíz bendecidas. «Al final es una opción personal del cura, que se arriesga así a enfrentarse al Obispado», explica Galarraga, que tiene constancia de que muchos padres han llegado a cambiar a sus hijos de parroquia para asegurarse de que comulgasen con la hostia.
Salvador Pérez y María Núñez -este último nombre ficticio- son la cara y la cruz de esta situación. El nieto de Salvador y la hija de María hacen la comunión este mes. Ambos son celíacos. Pero el primero sólo podrá comulgar con vino, mientras que a la segunda su párroco le permitirá hacerlo con una oblea de maíz.
Dos caras de una historia
«El párroco de mi nieto nos ha dicho que nos comprende, pero que no puede hacer nada y debe seguir las directrices de la Iglesia», explica Salvador. Este abuelo no comprende cuál es el problema. «Cuando Jesús realizó la última cena, aquello no era ningún restaurante de lujo; repartió el vino y el pan, pero por la zona en la que estaba casi seguro que no era de trigo, sino de centeno, cebada o cualquier otro cereal», sentencia indignado. «Era un acto simbólico, igual que tomar ahora la comunión. No sé por qué ponen impedimentos con esto y no a darle alcohol a un niño pequeño», añade.
A la hija de María le diagnosticaron celiaquía cuando tenía dos años. «Mi hija se siente distinta cada vez que sale al recreo y tiene que comer lo que nosotros le preparamos o cuando va a un cumpleaños y no puede probar un sandwich; ya está más que acostumbrada, pero en el día de su primera comunión me gustaría que no tuviese que acordarse de su enfermedad», comenta. Afortunadamente, su párroco no ha tenido ningún problema en darle una oblea de maíz, pero por si acaso prefiere no dar su nombre ni el de su parroquia. «No quiero que encima este cura que ha sido tan comprensivo tenga un conflicto con la diócesis por nuestra culpa», comenta María.
Yolanda Galarraga lamenta que al final se convierta en una opción personal del párroco, que se expone a una reprimenda por parte de la Iglesia, cuando lo fácil sería que ésta fuera más permisiva. Una petición que suscriben muchos padres. MÁS INFORMACIÓN I Asociación de Celíacos de Andalucía. 952 960 116
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