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E. P.
Viernes, 28 de marzo 2008, 03:01
Un grupo de personas relacionadas con el Centro Social Okupado La Alarma, cuyo local en la glorieta de Embajadores fue desalojado en verano de 2007 por la Policía, ocuparon anoche otra vivienda de cuatro plantas en el distrito, situada en la calle Atocha, número 49, que pertenecía al ex teniente alcalde de Marbella, Pedro Román, imputado actualmente por el 'caso Malaya'.
Román se encuentra en libertad desde el pasado 15 de febrero, tras ocho meses en prisión, después de que el juez del caso acordara rebajar la fianza de un millón a 200.000 euros, dinero que fue abonado por el entorno del ex edil. Sobre el ex edil pesa una condena firme de un año de cárcel por un delito contra la ordenación del territorio en el denominado 'caso Moansa', relativo a un convenio firmado con la entidad del mismo nombre para recalificar una zona verde y construir seis viviendas unifamiliares pareadas, y otra de dos años por un delito contra la Hacienda Pública, aunque antes de ingresar en prisión por el 'caso Malaya' había abonado 1,4 millones de euros para eludir la cárcel por esta causa.
El edificio de su propiedad ocupado ayer albergó uno de los despachos de los conocidos como 'Los abogados de Atocha', que fueron asesinados en el número 55 de la misma calle Atoche en otro despacho del grupo a manos de un comando ultraderechista.
Según un comunicado recogido en la web La Haine, La Alarma señala que desde hace años este edificio se ha convertido en un «auténtico vertedero, permaneciendo en un estado antihigiénico que los vecinos han denunciado en más de una ocasión».
Protesta
«Está demostrado que situaciones como la que vive este edificio son las causante de que el precio de la vivienda se haya disparado, tornándose inaccesible a caso cualquier persona, incluso familias trabajadoras con dos sueldos hipotecan sus vidas para poder tener un techo donde vivir. Mientras estos edificios en todo Madrid se mueren, las escuelas están saturadas y los ambulatorios de los barrios no dan a basto», agregó el movimiento.
Sus miembros se muestran cansados y hartos de la especulación, de la burbuja inmobiliaria y de la cultura de pelotazo, así como de «miles de tramas, testaferros, recalificaciones dudosas y telas de araña tanto legales como ilegales que impiden a muchos acceder a una vivienda».
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