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A. MARTÍN GUIRADO
Jueves, 27 de marzo 2008, 03:09
Pocos intérpretes en la industria del cine son capaces de hacer historia en su primer papel en la gran pantalla. Richard Widmark, gracias al asesino Tommy Udo de 'El beso de la muerte' (1947), lo consiguió, a los 32 años. Nacido el 26 de diciembre de 1914 en Sunrise (Minesota, EE. UU.), murió, según anunció ayer su esposa, Susan Blanchard, después de que la rotura de una vértebra meses atrás le causara un empeoramiento de su estado de salud.
El actor estadounidense, que falleció el lunes a los 93 años en su hogar de Roxbury (Connecticut), después de una larga enfermedad, se convirtió en una estrella de la noche a la mañana gracias a 'El beso de la muerte', donde creó un villano repelente y con una risa de lo más particular, que marcó su carrera. «¿Esa maldita risa mía!», dijo en 1961. «Durante los dos años siguientes a la película, no me permitieron ni sonreír. El personaje era una bestia ridícula», agregó.
En el filme, el personaje de Widmark ataba a una anciana en su silla de ruedas con el cable de una lámpara y la empujaba a la muerte tras tirarla por unas escaleras. Ese papel le reportó un Globo de Oro y su única candidatura al Oscar, como mejor actor secundario, premio que se llevó Edmund Gwenn por 'De ilusión también se vive'. Se convirtió, así, en uno de los actores más representativos del Hollywood posterior a la II Guerra Mundial, en la que no participó, pese a solicitarlo tres veces, ya que tenía un tímpano perforado.
Actuó en más de 70 películas a lo largo de cuatro décadas tocó todos los géneros: desde el 'western', pasando por el bélico, el suspense e incluso el terror. Cintas como 'Pánico en las calles' (1953), de Elia Kazan; 'Un rayo de luz' (1950), de Joseph L. Mankiewicz, o 'Noche en la ciudad' (1951), de Jules Dassin, le consagraron como actor de fama mundial. Tras el éxito de su primera cinta, pareció encasillarse en héroes atormentados y personajes antisociales, algo curioso para un tipo que siempre admitió aborrecer la violencia.
Cambio en los sesenta
A partir de los sesenta, su carrera tomó nuevos derroteros gracias al papel de Jim Bowie en 'El Alamo', de John Wayne, o al del coronel Tad Lawson en '¿Vencedores o vencidos?', de Stanley Kramer. Otra de sus apariciones más populares fue en la cinta de John Ford 'El gran combate' (1963), donde encarnó a un capitán del Ejército estadounidense que arriesga su carrera para ayudar a los indios.
Su éxito en el cine también tuvo sus ecos en el mundo de la televisión. Widmark dio vida al detective Daniel Madigan en '«Brigada homicida' (1968), de Don Siegel, un solitario personaje de tanto éxito que el canal NBC creó una serie propia a principios de los setenta. Su último trabajo en la gran pantalla fue 'El color de la ambición', en 1991, junto a John Cusack.
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