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Cartel oficial de este año. / E. N.
El cartel
LA LÁMINA

El cartel

ANTONIO GARRIDO

Domingo, 16 de marzo 2008, 02:46

LOS malagueños han tenido este año la oportunidad de disfrutar con las reproducciones de los carteles de Semana Santa desde el de 1921, que casi con seguridad no se llegó a imprimir, pero que tiene un gran valor histórico; seguramente se continuará la colección el año próximo hasta completar la serie. No voy a insistir en la importancia del cartel como medio de propaganda, un medio que permanece en la era de la Red, basta ver su proliferación y lamentar la pésima calidad de muchos. Es hora, lo era hace tiempo, de que las cofradías y los patrocinadores se pongan las pilas y exijan calidad porque se ve cada cosa que pone los pelos de punta; pero claro, ya se sabe, la buena voluntad de autor, su cariño a la hermandad, en fin, confusión entre churras y merinas como sucede en más casos de los debidos. Tiene que saber la hermandad que con un mal cartel la imagen de la corporación queda muy mal parada; pero, como dice el refrán, más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena.

El lector que haya reunido los carteles ha comprobado que son muy diferentes a los actuales; eran carteles en el sentido estricto del término, con su técnica propia y, en muchos casos, un altísimo nivel de calidad. Desde hace años el cartel ha desaparecido como tal y se ha sustituido por pinturas, algunas muy notables; no, no estoy estableciendo una oposición entre ambos géneros; pero debe quedar claro que la pintura no es cartel aunque se utilice con provecho como tal. No estaría mal que la Agrupación recuperara algún año esa tradición, la más genuina por otra parte.

Todos conocemos a Leonardo Fernández, todos sabemos que es un pintor honesto dentro de la escuela realista. Tiene una dilatada experiencia y siempre está dispuesto a ayudar a las cofradías. Este año la Agrupación lo ha elegido y su cartel ocupa un lugar muy digno dentro del conjunto. Es hermano de la Cofradía del Rescate y, precisamente, al Señor de esta hermandad es el tema central, el motivo principal de su obra. La técnica es excelente, insisto en la honestidad estética del autor, y Jesús aparece iluminado por una antorcha que sostiene un sayón. El autor ha sido muy fiel en la representación de la imagen que se procesiona cada año entre capas multicolores calle Victoria abajo.

La túnica roja, tratada con sobriedad, con planteamientos escultóricos, las manos maniatadas, la expresión del rostro, todo forma un conjunto muy devoto, elegante y mesurado. El Señor expresa la aceptación de los sufrimientos que ya han empezado, comunica serenidad y belleza, un halo muy leve nimba su cabeza y el olivo se mece en la noche más larga. El componente paisajístico es muy importante en el cuadro. Leonardo ha recreado el huerto y le ha dado una gran profundidad. La perspectiva es fundamental en la obra. Desde el lado derecho del que mira se abre un sendero que lleva a la ciudad; en él, la figura de Judas, el traidor, queda en la soledad de su remordimiento, según demanda la tradición secular.

El elemento más original es que Jerusalén es Málaga; la torre de la catedral aparece al fondo. Leonardo ha hecho visible lo que se ha escrito muchas veces. La escena puede situarse en Gibralfaro y la presencia de la ciudad adquiere un claro valor simbólico. La Pasión es Málaga, las cofradías son parte fundamental de su historia y Jesús del Rescate es el cordero dispuesto al sacrificio.

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