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REGINA SOTORRÍO
Jueves, 28 de febrero 2008, 03:36
En su trayectoria se cuentan innumerables logros para la ciudad: dirigió las excavaciones y la rehabilitación de una muy desmejorada Alcazaba allá por los años 40, impulsó la creación del Museo Arqueológico Provincial e incrementó los fondos del Museo de Bellas Artes con piezas de gran valor. Juan Temboury (1899-1965) era un próspero comerciante de la Málaga del siglo XX, pero ante todo era un enamorado del patrimonio local. En el día de Andalucía, el Museo de Málaga abre sus puertas de par en par para acercar a los malagueños -sobre todo a los más pequeños- la persona «más relevante para la futura realidad del Museo de Málaga», en el Palacio de la Aduana, en palabras del delegado provincial de Cultura, Francisco López.
La campaña 'Celebra Andalucía. Ven al Museo' -que impulsa cada año la Junta de Andalucía- se centra en esta ocasión en homenajear a aquellas figuras históricas que se pueden considerar benefactoras de los museos y la ciencia museológica de Andalucía. «Cuando nos propusieron el tema, no tuvimos duda», asegura la directora del Museo de Málaga, María Morente.
Así, en la mañana de hoy y del sábado 1 de marzo, el personal técnico del Museo de Málaga guiará a los visitantes -a través de paneles didácticos- por la personalidad de Juan Temboury y su vinculación con el centro a partir de la restauración del Palacio de Buenavista -ahora Museo Picasso- para ubicar en él el Bellas Artes y su lucha por rehabilitar la Alcazaba como sede del Museo Arqueológico Provincial.
Próximo a Picasso
La jornada no podía pasar por alto lo que fue uno de sus mayores sueños hecho realidad. Durante toda su vida, se empeñó en que la ciudad contara con un legado importante de uno de sus vecinos más ilustres, Pablo Ruiz Picasso. Su buena relación con el secretario del genio malagueño, Jaume Sabartés, le permitió traer a Málaga los fondos de biblioteca personal del propio Sabartés, que pasaron a formar parte del patrimonio de la ciudad. «Su relación con Picasso le supuso muchas molestias políticas en aquella época», recordó su hijo, Luis Temboury.
Y tras recorrer su legado y sus logros, el trabajo de Juan Temboury se materializará en una de las piezas más valiosas que halló en los años 40 cuando dirigía las excavaciones de La Alcazaba. «Sentía una satisfacción arrolladora cuando hacía algún descubrimiento», rememora su hija, Mari Paz Temboury. En este caso, se trata del llamado Ataifor de la nao, una cerámica nazarí del siglo XIV que se utilizaba para las comidas en común y en cuyo centro se representa un barco cristiano. «Es lo que más nos piden para exposiciones nacionales e internacionales», apuntó Morente. Así, en el patio de La Aduana, los más pequeños podrán colorear una lámina del Ataifor o recrearla en fieltro. Los más mayores, por su parte, tendrán la oportunidad de fabricar un broche con la imagen de la cerámica. «Mi padre hubiera disfrutado al ver esto», concluyó Mari Paz Temboury.
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