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FRANCISCO RUIZ NOGUERA
Viernes, 26 de octubre 2007, 04:12
CON frecuencia, la síntesis de palabra e imagen como juego plástico-literario se asocia casi con exclusividad a las vanguardias artísticas de principios del siglo XX, pero también en esto hay antecedentes inmediatos y remotos. No se explican, por ejemplo, los juegos tipográficos de Marinetti y los futuristas, tanto italianos como rusos, sin tener en cuenta la concepción del poema y su distribución en la página en una obra como 'Un golpe de dados' de Mallarmé.
No se explican los caligramas de Apollinaire sin contar con una tradición rica en poemas elaboradísimos que se remonta a la literatura griega y que tiene presencia tanto en la latina como en casi todas las literaturas medievales, renacentistas y barrocas. No se explican, en fin, los juegos conceptuales de la modernamente llamada poesía visual sin los antiguos poemas-laberinto o poemas cifrados. No obstante, es cierto que la ruptura formal que supuso el desarrollo de los distintos 'ismos' (futurismo, expresionismo, cubismo, dadaísmo, surrealismo) propició un aumento en manifestaciones de esta naturaleza.
En España, buena parte del vanguardismo europeo de las primeras décadas del XX encontrará su canalización a través del ultraísmo que, con la influencia del poeta creacionista chileno Vicente Huidobro y de agitadores culturales como Ramón Gómez de la Serna o Ernesto Jiménez Caballero, tiene en Guillermo de Torre y su libro 'Hélices' (1923) a uno de sus principales representantes.
Revista fundamental
En la posguerra, serán el Postismo (Ory, Chicharro, Sernesi), el grupo 'Dau al Set' (Joan Brosa, Tàpies, Cuixart) y Juan Eduardo Cirlot los que mantengan viva la llama de la experimentación.
El desarrollo posterior de esta forma de expresión debe mucho al 'Concretismo brasileño' de la década de los cincuenta que tuvo su órgano de expresión en una revista fundamental como 'Noigadres' (Armando y Haroldo de Campos, Decio Pignatari, Ronaldo Azevedo). Ángel Crespo y el uruguayo Julio Campal fueron nombres fundamentales en la difusión de la poesía concreta en España. Vendrían después iniciativas como 'Problemática 63' (Campal, Ignacio Gómez de Liaño, Fernando Millán), el grupo 'Zaj' (Juan Hidalgo, Walter Marchetti), con influencias del dadaísmo y Fluxus (John Cage y el happening), el grupo N. O. (F. Millán, Jesús García Sánchez, Enrique Uribe, Aberasturi) y, en fin, el grupo conquense encabezado por Carlos de la Rica en la colección El Toro de Barro.
Desde entonces, estudios fundamentales como el de Rafael de Cózar ('Poesía e imagen', 1991) y Felipe Muriel ('La poesía visual en España', 2000) y antologías como las de F. Millán-J. García Sánchez ('La escritura en libertad', 1975) y Félix Morales ('Poesía experimental española', 2004) han venido dando cuenta de esta tradición de la que es deudora esta nueva 'Antología de poesía visual' preparada por López Gradolí que se centra en el periodo 1965-2007.
La muestra ofrece una poética y cuatro poemas de cada uno de los 57 autores incluidos, entre los que figuran los malagueños Francisco Peralto y Carmen Peralto, que han hecho de su taller un punto de referencia, así como el catalán instalado en Málaga Ferrán Fernández, además de nombres ya clásicos en este ámbito como Luis Eduardo Aute, Pablo del Barco, Rafael de Cózar, José María Iglesias, Antonio Gómez, Isabel Jover, Joros, José Miguel Ullán, Enrique Uribe, Chema Madoz, Julia Otxoa o el propio antólogo López Gradolí.
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