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JOSÉ MARÍA OCAÑA
Lunes, 8 de octubre 2007, 03:57
POETA, novelista y periodista, Salvador González Anaya nació en Málaga el 20 de agosto de 1879, en la casa frontera en la que vino al mundo Antonio Cánovas del Castillo, otro ilustre malacitano en el campo de la política y de las letras. Cursó el bachillerato en el Colegio de los Padres Jesuitas de Miraflores del Palo, y tuvo, entre sus profesores, al Padre Luis Coloma, autor de 'Pequeñeces' y 'Jeromín', que influyó decisivamente en su dedicación a las letras.
Sus novelas, de corte costumbrista y con iniciales influencias de Zola, fueron muy alabadas por Cejador y Frauca, Marañón, Amezúa y Sainz de Robles, que lo califica de discípulo de los maestros del siglo XIX español (Pereda, Valera, Alarcón, Palacio Valdés, Galdós...) y dice de su estilo que es «castizo y está lleno de fuerza expresiva». González Anaya es un novelista regional en todo momento, que procuró situar la acción de sus novelas en los más diversos lugares andaluces, tras un exhaustivo estudio y conocimiento de ellos. Entre sus novelas de ambiente malagueño destacamos las siguientes: 'Rebelión', 'La Sangre de Abel', 'El Castillo de irás y no volverás', 'Las brujas de la ilusión', 'Las vestiduras recamadas', 'Luna de sangre' y 'El camino invisible'. Localizadas en la provincia malacitana: 'La jarra de azucena' (Antequera), 'Tierra de señorío (Ronda), 'El llavero de Anica' y 'La pimienta' (Cártama). Entre las de tema andaluz no malagueño citaremos: 'Nido de cigüeñas' (Écija), 'La oración de la tarde' (Granada), 'Nido real de gavilanes' (Baeza) y 'Los naranjos de la Mezquita' (Córdoba).
González Anaya mostró especial predilección por la novela 'Los naranjos de la Mezquita', localizada totalmente en tierras cordobesas. Tras conocer los lugares 'in situ', procedió a su redacción en la Huerta de los Ángeles. Contó con la inestimable ayuda del eminente académico cordobés Rafael Castejón y Martínez de Arizala.
'Los naranjos de la Mezquita' relata las extrañas aventuras de un hidalgo cordobés que, tras una vida dilapidada y licenciosa, se encierra en las Ermitas cordobesas para purgar sus numerosos pecados y prepararse a morir cristianamente.
La técnica del novelista malagueño, esencialmente regionalista y costumbrista, revela a un observador meticuloso en cuanto le rodea, lee o escucha. González Anaya convirtió en literatura el enorme bagaje de sus continuas charlas literarias, de sus visitas a la región andaluza, todo lo cual le ayudó a crear un modelo narrativo que se mueve entre el realismo regional y el naturalismo cosmopolita. El tono de novela elegante, adornada en ocasiones de un fiel descriptivismo zolesco, contribuyó a aumentar su extenso público deseoso de conocer los problemas que se cernían sobre la sociedad de su tiempo.
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