Secciones
Servicios
Destacamos
LUIS RAMÍREZ BENÉYTEZ
Martes, 2 de octubre 2007, 04:01
LOS intentos de política educativa, de adoctrinar a los alumnos mediante asignaturas cargadas de ideología, sea ésta la que sea, no suelen tener tanto éxito como los sucesivos poderes hubieran deseado.
Es imagen bien conocida en nuestras calles cuando tienen lugar las representaciones de Semana Santa. Tras quien representa al Señor en su pasión, tres mujeres enlutadas y llorosas siguen los pasos del divino reo. Son 'las tres Marías'. No son protagonistas, pero allí están presentes. No puede extrañarnos, por tanto, que cuando en los planes de estudio del régimen en la última dictadura -y quiera Dios que sea la última- aparecieron tres asignaturas, que no eran ni troncales ni decisivas, pero estaban allí siguiendo el curso, se las llamara 'las tres marías': la 'maría' Educación Física; la 'maría' Religión Católica; la 'maría' 'Formación del Espíritu Nacional': ¿casi nada!
No tenemos estadísticas fiables de cuánto aumentaron los éxitos deportivos españoles en los eventos internacionales a consecuencia de la 'maría' Educación Física. Tampoco si hubo muchas conversiones a la Iglesia Católica a consecuencia de las clases de Religión. Pero lo que sí podemos hacer es relatar, y que el paciente lector saque sus conclusiones, lo que era o podría ser el intento de lograr adictos al régimen, o más exactamente a su primera mentalidad falangista, con las prédicas del espíritu nacional. Que cada cual 'cuente la feria según le fue en ella'.
Por lo pronto, y dando marcha atrás, en los tres años sufridos en la zona, allí con razón llamada 'roja', gracias a don Fernando, un magnífico maestro, aprendimos a leer en público, a leer autores del 98, y a experimentar en el laboratorio más de lo que se pueden imaginar. Pues de política, nada. Pero era tal la avalancha del comunismo y del 'Viva Rusia' en aquel lugar, que vinieron de Madrid republicanos a enseñarnos una letra ilustrando el 'tachún, tachún, tatachunda' del himno de Riego. Lamentablemente he olvidado la letra y sólo recuerdo esta estrofa: «Hoy aunque somos niños, mañana con gran fe, seremos ciudadanos modelos de honradez». Ese mito de los ciudadanos honrados y ejemplares siempre fue un ideal de la izquierda ilustrada de la llamada República. A pesar de mis nueve años, tampoco me hicieron republicano.
El final de la guerra, la victoria de los otros fue apabullante. Todo vibraba con los nuevos signos de los vencedores. ¿También en la enseñanza? Verá usted: era en primero de bachillerato, en el 'Cardenal Cisneros', calle de los Reyes de Madrid. En la clase de Lengua aparecía a veces un jerarca con su sahariana y sus flechas, llamado Ernesto Jiménez Caballero, que iniciaba y acababa sus peroratas literarias brazo en alto con el saludo romano y los gritos de ritual.
El caso es que tuvimos que aprendernos de memoria el relato de la batalla en el 'Cantar del mío Cid', aquello de «embrasan los escudos delant los corasones», y cuando decía aquello de «yo soy Roy Díaz el Cíd, de Vivar campeador», Jiménez Caballero comentaba: «Ahora Cid se dice Caudillo, y en alemán se dice Fürer, y en italiano, Duce». Vamos, anglófilo que era el hombre. Pero no creo que nadie cambiara por ello sus preferencias en la guerra que por entonces asolaba Europa.
Al pasar a los jesuitas de Areneros en Madrid, segundo de bachillerato, Gimnasia: claro; Religión: bueno; Espíritu Nacional pues así, con espacio propio, no. Pero nos habló el profesor de Historia del Alcázar de Toledo y nos propuso escribir algo sobre el tema, y yo gané un premio con aquella redacción que decía: «Y la imperial Toledo, erguida sobre sus rocas milenarias, ha demostrado al mundo que aún sigue vivo el espíritu de Guzmán el Bueno». Lo pusieron en el tablón de la clase con gran honor. Pero de falangistas dando 'espíritu nacional', allí nada; con lo de derechas que eran los jesuitas que volvían del destierro y lo que fuéramos en la casa teníamos bastante.
Pero algo iba ya cambiando, porque mi madre un día, pensó que el retrato de Franco que teníamos en el comedor, ya era mucho y discutible, y dijo: «Vamos a quitar a este señor» y puso un Corazón de Jesús como Señor de verdad. Era más profunda la influencia de la familia que la del instituto o colegio. Tomemos nota, que vamos a volver sobre ello.
Preparando los ingresos en escuelas especiales, en las academias privadas, de 'marías' nada. Ni luego en la escuela. Pero parece ser que en los primeros cursos de las Facultades seguían operando 'las marías' y fue precisamente allí donde se ganaron ese nombre.
Pero existía el SEU, el sindicato más o menos falangistoide de estudiantes. El año que ingresé en mi escuela, 1947, la muerte de Manolete, la explosión de Cádiz, no sé como se arregló mi hermano Manolo, médico, y tuve plaza en un albergue de verano del SEU en Galicia, Bergondo, entre Betanzos y Sada. ¿Nos hicieron ser falangistas? Juzgue usted mismo. Compañeros de escuadra eran Medardo Fraile, escritor, y Alfonso Sastre, el autor teatral de 'La mordaza' y 'Escuadra hacia la Muerte', que casó con Eva Forest y ha dado muchos signos de izquierdismo. Alguna vez me he carteado con él. Pues con el cisne y las flechas en el pecho cantábamos el 'montañas nevadas', pero no nos convencieron. Yo me hice monárquico, porque me aficioné al mus con los compañeros, y deseaba tener cuatro reyes con verdaderas ganas , tascas del barrio de Argüelles
Han pasado muchos años y muchas cosas, muchísimas cosas, algunas divertidas y otras no tanto, en la evolución del pensamiento de aquellos años. Pero lo que está claro es que los intentos de adoctrinar a los alumnos mediante asignaturas cargadas de ideología no logran los objetivos que se proponen quienes los inventan. Con la fe católica, igual. No fueron las clases de Religión las que nos hicieron ser creyentes.
Ahora vea usted mismo. Ya no hay tres 'marías', pero han inventado otra nueva: 'la Educación para la Ciudadanía', que está sola y por eso la he llamado 'simplemente maría'. Pregunto: ¿no se han puesto todos demasiados nerviosos con lo de la nueva asignatura? Pues yo creo que sí, que aquí todos están exagerando demasiado, y lo vamos a explicar distinguiendo entre asignatura y contenidos de la asignatura.
La asignatura ahí está: obligatoria, pues bueno. Pregunto: ¿Algún hijo de padre desafecto al régimen de Franco cambió la actitud antifranquista que vivía en su casa por tener que asistir a las clases de 'espíritu nacional'? Seguro que no. Prevaleció seguramente su padre y su madre y sus hermanos.
¿Cambió el proceso de nuestra evolución de pensamiento en contra de la pesadez de Franco y su régimen por haber escuchado las peroratas y los himnos falangistas? Seguro que no. Era la evolución de la sociedad, la familia, los amigos, el asomarnos al exterior lo que nos hacía tener un pensamiento diferente. Muchos católicos, y de derechas, seguían conservando los valores y ellos iban a ser clave, civilizada y constructiva, al acabar la dictadura en 1975. Ni Adolfo Suárez, teóricamente falangista, lo era ya. Aprendamos de todo esto.
Aplicándolo a la asignatura sobre ciudadanía, con ese título, diremos: muy bien puesta. Pero habrá que analizar asignatura y contenidos de la asignatura. ¿Qué se dice de los contenidos?: «Es que fomenta el laicismo, es que fomenta la homosexualidad, es que violenta el derecho de los padres». Y usted, padre, madre, hermano, amigo, profesor, si tiene usted una mentalidad diferente a lo que considera errores en la asignatura, instruya usted a su hijo. Tome el libro de su hijo, léalo, conózcalo, entérese de lo que le dice el profesor y fomente usted en su hijo el espíritu crítico constructivo contra lo que usted no acepta. La iglesia quemada, los curas desaparecidos, tres años sin religión pero seguimos creyendo y rezando en la familia.
Aquí estamos para instruir no sólo a los alumnos, también a los padres y educadores sobre cómo eliminar lo que usted no acepta para su hijo porque lo considera nocivo, igual que se hizo con la 'Formación del Espíritu Nacional" del francofalangismo.
Decía Romanones: «Vosotros haced las leyes, pero dejadme a mí que haga yo los reglamentos». Que digan los libros y algunos profesores lo que quieran. La última palabra formativa está en la propia casa, en los padres, en la familia. «En el mundo vais a tener oposición, pero no temáis nada: Yo he vencido al mundo».
-Me parece usted un rebelde bastante iconoclasta
-Es lo mejor, para contrarrestar los enrolles baratos de quienes han llegado al poder.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.